Llueve
mi pecho se hincha de vuelos
la mañana llega con un olor a cielo
para acomodarse cerquita de mis latidos
soy otra gota
la hoja del árbol que se baña
la tierra mojada
el gato que huye
llueve
mis manos van atrapando plumas
con las que escribo un amanecer
hay un juego de aire y agua
de palabras que no se dicen, se cantan
no sé cómo puedo entender la voz del hombre
cuando mi pecho es un nido de pájaros
y yo con ellos
soy un hombre que aprende a cantarle a la vida.
Manta, Ecuador, 2014
A veces irse es como un regreso
dejar las maletas desatendidas
en la memoria cabe lo necesario para el viaje
irse…
dejar que los huesos hablen
que cuenten la historia de cuando
solo nos importaba la carne de la vida
retornamos muchas veces cuando partimos
regresamos al corazón a la lágrima
a la boca que olvidó nuestro nombre
volvemos al reencuentro con los antepasados
al punto inicial de la célula
al polvo que nos prestó la tierra
hay veces que nos vamos cuando nos esperan
siempre dejando la casa regada
la cama desvestida y un amor en bancarrota
se nos quedan los planos de construcción
encima del escritorio del futuro
y varios libros por terminar de vivir
irse… dejar la cena servida para las moscas
una herencia de versos para los nietos de los huesos
pero volviendo siempre tocando la puerta porque
porque se nos ha olvidado la llave del paraíso.
Queens, New York, 2018
“Soy mi cuerpo.
Y mi cuerpo está triste,
está cansado.
Me dispongo a dormir una semana,
un mes; no me hablen.
Que cuando abra los ojos
hayan crecido los niños
y todas las cosas sonrían”.
- Jaime Sabines
Roto hueco vacío
trozo de carne sin latido
no palpita la sangre
la vena no se hincha
los dientes no crujen
cuando aprieta el dolor
todo quiere dormir
dentro de los huesos
hay un grito encenizado
dentro del cementerio
se miran los muertos
y abrazan al recién llegado
la escalera se derrumba
con cada paso o suspiro
pesan las uñas duele lo mirado
se entierran las lágrimas
dentro de los ojos
se ahoga la garganta
con la palabra que enmudeció
todo está roto hueco vacío
quiero dormir como el poeta
hasta que “todas las cosas sonrían”
estoy cansado que nadie diga mi nombre
busco el sueño y sólo encuentro polvo.
Tuxtla, Chiapas, México, 2017