OUROBOROS
Ayer el mar talló la serpiente
para conferirle a la tierra algo de su levedad.
Olas que se fueran a poblar
el costado oscuro de sus ríos,
fundar en la roca un sinuoso rumor,
verter en el aire el limo de su aparición.
Así los días se apresuran voluptuosos
cada uno un sol
como un corazón que se resume
uno tras otro, ondulante
sobre glándulas de hierro.
El tiempo es veneno inmaculado
al fondo de una alforja de lava, sangre y viento,
el anzuelo del misterio duerme
intacto entre cenizas de luz.
Incuba otra eternidad,
otro desierto.
Cada respiro un cambio de piel,
los sargazos del estar
guardan la dificultad de lo vivido,
el destino de sus húmeros vigentes
engullendo la piedad del abandono.
Sobrevive la soga
se arrastra por entre los cántaros
sin rumbo, espora de lumbre, reptil de soledad,
aposento que no conoceremos
hasta que nos devore.
ZAPPING
Mi padre frente al televisor
sentado en el sofá
acomoda el mundo.
Lo he visto repasar la historia de sus manos
en los setecientos canales que a diario desacera
llamar al árbitro por el mismo nombre
y a la reina de Inglaterra burlar por su
extraña forma de sembrar un ataúd
¿De qué trazos invisibles está hecho el mundo?
A mi padre le basta con lanzar una mueca al vacío
para cambiar el destino de los hombres, la ciencia, el pasado.
De las bombas que rugen en las selvas
se va hacia los rugidos de un león bajo un sol dinástico
y de la rosa de un septiembre negro
decide mejor pisar las aceras de una ciudad gótica.
Todo puede pasar en el azar de la tierra
hasta una noche atravesada por un rayo de hielo
que el silencio deshace para que nadie vea.
Nadie mira a la luna que repta
hace mucho no se transmite en vivo y en directo
ninguna alunización.
La última vez todos corrieron buscando un candil.
La lluvia cae sobre la noche
y mi padre sube el volumen para desaparecerla,
también he visto rondar el viento adolorido
y curar en un comercial su enfermedad.
El mar se puede contemplar en el 116.
Un maremoto en el 312 arrasa con una prisión.
Los extraterrestres llegan en el 569.
Muere un cazador de faros en el 92.
El tiempo se acaba en el 46.
Mi padre frente al televisor
sentado en el sofá
acomoda el mundo.
CABALLO CON FLECHAS. LASCAUX.
I
Un caballo arde al fondo de una piedra
observo detenido su huida
la forma en que el viento tensa su rapidez
el temor de los zumbidos al revelar su claridad
el vértigo que allí atraviesa y distrae
como una nube de asombro
al silencio
II
Llueven flechas desde algún sitio del tiempo
hombres afuera de una cueva las lanzan
La primera señal de nuestro paso por nosotros
es una lanza que cae sobre el costado de un caballo muerto
A la línea le sacamos filo
a la curva la hicimos alimento
Sin el caballo la línea no sería una flecha
sin la flecha el caballo no sería un reflejo
III
¿El hambre o el hombre?
¿Quién fue el primer artista?
Materiales:
Polvo de roca y ocre disuelto en grasa animal
Extensión:
Unos 140 Centímetros
Es evidente
el arma y el muerto
saciaron la voluntad
de las primeras heridas
IV
Alguien talló la velocidad
en la quietud de una piedra
le hizo una tumba al tiempo
para siempre
Alguien que huía del cielo
Inventó la eternidad
V
Entonces el artista es un cazador
La obra huye
el cazador la atrapa
antes de pintarla
la devora
la observa
prepara sus acechos
Con la obra adentro
la libera en el lienzo
la deja correr por un campo de azogue
La flecha ahora recorre la roca
es un pincel que mata y revive
quizá afuera llovía
caían las hojas de un árbol de hielo
el cazador
prefirió la imaginación de su cueva
la cueva de su imaginación
quizá el recuerdo
la realidad es muy parecida
a la suerte.
Jorge Eliécer Valbuena Montoya (Facatativá, Cundinamarca, 1985) Magister en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, Ecuador; Especialista en Creación Narrativa de la Universidad Central y Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Actualmente realiza estudios doctorales en Comunicación en la Universidad Nacional de la Plata – Argentina. Con experiencia de más de una decada como conferencista, tallerista y ponente en Seminarios, encuentros literarios y actividades relacionadas con la cadena del libro. Integrante del Comité editorial de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida. Recibió el Premio Departamental de Poesía de Cundinamarca en el 2008 por su primer poemario: Presos; el Premio de la Revista Surgente por el poemario Los arados del parpadeo (2008) y el Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá (2014). Finalista del IV Premio Nacional de Cuento La Cueva (2014). Ganador del Concurso Nacional de poesía ¨La poesía, pintura que habla¨, Casa de poesía Silva (2017). Ganador del Concurso Nacional de Poesía del Festival Internacional de Poesía de Cali (2023). Premio Nacional RELATA MinCulturas (2024). Es autor de los libros: La danza del caído y Pasajera de agua, publicados por El ángel editor, Quito Ecuador, (2012 – 2014); Árbol de navío, de la Editorial Cuadernos negros, Calarcá – Quindío (2017); Gramática de los cielos, Editorial La raíz invertida (2021), Cambio de agujas, Editorial Taller blanco (2022) y Canción en llamas, Editorial Exilio (2023). Ha sido artista formador en los Talleres Locales de Escritura Creativa – IDARTES, Bogotá. Dirige el Taller de poesía Gramática de los cielos, adscrito a RELATA – MinCulturas. Docente de la Maestría en Creación Literaria, Escuela de Artes, Universidad Central, Bogotá.