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Tathiana Pinto

Colombia
24 de marzo de 2024 por
Tathiana Pinto
fundacioncantemos@gmail.com
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ANCESTRO GRILLO

Vidente de sonidos

el niño sin luz

corea el canto húmedo del grillo.

 

Cri Cri entona el abuelo

Cri Cri –  Cri Cri

tararea el pequeño.

 

Profético himno resuena

en las paredes

del retoño humano

despojándolo de su muerta corteza.

 

La savia que ahora

le recorre,

despierta frondosas intuiciones.

 

El niño grillo;

conectado a los ritmos de la tierra

habla con el rumor de la lluvia

y salta

al unísono con las estrellas.

 

 

 ZONA HADAL

Invisible y profunda

sus aguas sólo se encienden

a la vista de quién se atreve

a bucear su oscuridad

 

SUNDAY

Cosecha de sol,

nubosas percepciones,

arrastro conmigo ganas

de contemplar el tiempo

sin prisa.

 

Amarrado

dejo aliento

a la cabellera

de mi madre.

 

Me embarco

en el deber de los días;

132 km después,

sólo queda la carcasa

que habito.

 

VIENTRE MATERNO

Tierra santa,

portal de mundos.

acuosa cocina de la vida,

en ti saboreo palabras de mi madre

y recorro su rostro soleado y dulce.

 

Dos llamas gemelas en un mismo hogar;

una se extingue.

El silencio abisal de su ausencia trastoca mi propio latido.

Crueles meses faltan para ser flor.

 

 

Vientre,

¿dónde se bifurcaron nuestros caminos?

Ella, semilla en campos etéreos.

Yo, simple mortal.

Ignora nuestra madre

tu existencia.

 

Antes de la luz,

dibujo con tizas de colores

el puente que nos reúna aquí,

                                                     en días de suicida soledad.

 

 

 

ESTRELLA EN CONVULSION

Un destellante reflejo atraviesa mis ventanas,

el sol danza sobre el agua.

Me alarga su mano,

cruzo el umbral.

Traspasa enmarañadas redes de mi memoria.

Estrella en convulsión,

mi piel abrasada se adhiere

al último suspiro de lluvia. 


Maestro Juan Manuel Roca APRENDIZ: Tathiana Pinto

EJERCICIO 3:


CUMULONIMBUS

La vida pesa ciclones,

sólo queda llorar.


DÍA LLUVIOSO

El mundo es gris

salvo bajo tu piel.


NATURALEZA MUERTA


Mar había sido puesta en exhibición en un elegante salón de arte. Los asistentes se

mostraban maravillados con los tonos iridiscentes que el artista había logrado bajo ese

enigmático fondo negro. Se especulaba sobre la maestría y creatividad del artista para

mezclar elementos y trazos sobre aquel lienzo.

Años antes, este cuerpo de agua y sal había lucido brillante, cristalino, coloreado en

degradé de azules a verdes. En ella habitaban ecosistemas enteros de gran belleza, sus

profundidades llenas de mundos aún no explorados. En ocasiones, Mar entraba en

tormenta, pero aún en esta, renovaba sus aguas y fuerzas para seguir siendo hogar.

Algunos humanos solían venir a nadar en ella, disfrutar de sus paisajes e irse en calma.

Hasta que un día, uno comenzó a venir con regularidad: primero contemplando, luego

nadando, hasta llegar a bucear en sus subterráneas aguas. En ellas encontró un pozo

petrolífero e inició invadiéndola con ondas sonoras, que en un principio le parecieron

mantras a ella, por lo que no opuso resistencia. Luego se transformaron en la ruta para

penetrarla, compungirla, hacerla desbordar. Sus aguas se tiñeron de oscuridad y todo fue

muerte allí dentro. En la superficie, tonos de púrpura, verde y azul, brillaban al sol como

un arcoíris infectado. La fragancia de Mar, habitualmente salada y fresca, fue

reemplazada por ese hedor punzante que irrita las fosas nasales y deja un regusto

amargo en la boca. El olor penetrante y desagradable, una combinación de alquitrán,

químicos y gasolina. Las manchas se adhirieron a todo lo que tocaban, recubriendo la

fauna y flora marina con una capa pegajosa, oleosa que impedía la respiración y el

movimiento. Los pájaros, cubiertos de esta sustancia, luchaban por alzar el vuelo,

mientras que los peces y otras criaturas acuáticas se debatían en el agua contaminada,

en una lucha silenciosa y desesperada por sobrevivir.


Él, la vio desde fuera y vio caer los pájaros y morir los peces y le pareció bien. Vio

desaparecer la trasparencia, la ligereza de Mar y le pareció bien. Vio las costas llenas de

cadáveres y le pareció aún mejor. El frágil equilibrio roto era para él una obra maestra,

una clase de imagen abstracta, misteriosa, esa clase de obra indescifrable que debía ser

admirada.

El hombre tomó una muestra de aquella devastación, con cuidado impregnó la tela de lino

con el oleoso líquido y al retirarla quedó grabada la huella del vientre muerto de Mar. La

extendió firmemente, engrapó y le colocó un marco de cristal. Su obra


Tathiana Pinto, Sogamoso Boyacá. Docente de idiomas, poeta, bailarina de danza contemporánea inclusiva e integradora. Estudiante de la escuela ARTBOL. Investigadora de cuerpo- territorio en “Mujer Muisca” y en “Mundos Paralelos” astronomía- danza y escritura creativa. Integrante de la fundación Verso Vivo. Directora del taller de poesía performatica Boyacá- Santander-Red Relata 2021. Entre sus últimas publicaciones están La Mochila infinita (revista antológica) y su libro “Genealogía de un cuerpo Danzante” (poesía y prosa poética)

Tathiana Pinto
fundacioncantemos@gmail.com 24 de marzo de 2024
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