María Vilalta. Argentina. Oriunda de la histórica ciudad de San Lorenzo. Provincia de Santa Fe. República Argentina.
Tiene dieciocho libros publicados, entre los que se cuentan como últimas novelas,
“Tánger en los ojos de Drissi”, “Con permiso de hablar”, “Te buscaré un amante”, “La línea de tu mano” y “Las dos patas del perro” (Premio Escriduende a la mejor novela negra 2018 otorgado por la Editorial Sial Pigmalión), también el cuento infantil “Medias Perdidas”. Post Título en literatura infantil de la UNR (Universidad Nacional de Rosario). Obtuvo 15 premios internacionales, y 56 nacionales. Ha sido traducida en el corriente año 2019, al árabe en Marruecos, donde su novela “Te buscaré un amante” se encuentra en todas las librerías del país.
Algunos de sus premios: Primer Premio de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en Poesía 1993, Concurso Interprovincial, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero, La Pampa, Santa Fe. Primer premio en poesía Concurso Internacional The Cove Rincón Internacional, Miami EEUU. Participó por selección de jurado en la muestra internacional de Poetas Iberoamericanos de la universidad St. Thomas University – Frederinton, New Brunswick. Canadá – abril 2001 y en grabación en el programa radial “La voz y la palabra de poetas iberoamericanos contemporáneos” – Año 2001/2002/2003. Medalla de oro y Embajadora itinerante de La Casa del Poeta Peruano.
Participó en numerosos encuentros y congresos nacionales e internacionales como ponente y dictado de talleres en Paraguay, Perú, Puerto Rico, Ecuador, México, Uruguay, Colombia, Panamá, Canadá, España. Francia. Marruecos, Túnez y California, EEUU.
El Robo
Me robaron el bolso. No tiene nada extraordinario el hecho de un robo para esta época turbulenta. Estaba haciendo la denuncia ante el jefe de policía. Él aporreaba las teclas, borrando cada tres palabras lo anterior. La denuncia parecía con este sistema, interminable. Saqué a propósito y con el sólo ánimo de apurar el trámite, el cuchillo ensangrentado de la bolsa de los mandados. Él pareció mirar profesionalmente mi mano y el cuchillo, pero sólo preguntó; ¿edad? ¿Soltera, viuda, casada? casada, dije y él siguió ¿en su casa? ¿Puerta abierta o forzada?, ¿cuántos hijos?
Yo puse el cuchillo sobre el escritorio. Él lo tapó con las hojas de la impresora. La sangre ya estaba seca y no le manchó las hojas. Firme aquí y aquí. Esta copia para usted. Dejé el cuchillo sobre el escritorio con la esperanza de que me llamara. Que movilizara su curiosidad. Nada de eso ocurrió. Ahora estamos en el quincho, el lugar del robo, comentando la poca seguridad, los imprevistos, pero hay algo molesto realmente, siempre estos robos acarreando consecuencias. Cada vez que comemos, tropezamos con las piernas que rígidas asoman debajo de la mesa. Deberíamos comprar un mueble que lo tape.