LAS DESVENTURAS DE RITA
Rita se levantó más temprano que de costumbre esa mañana. El aire tibio invadía el ambiente de la vieja y solitaria casona. Mientras arrancaba del almanaque la hoja del mes de agosto, no pensó que la primavera estuviera tan cerca. Abrió la ventana y trenzando su largo y canoso cabello, se preguntó si este año los carromatos del Circo y el Parque de Diversiones traerían alegría y trabajo al mísero pueblo.
—¿Sera posible que esta vez me atreva a la aventura?— Grito a boca de jarro a sabiendas que nadie podía oírla.
Recordó que en su niñez, allá donde vivía, arribaba también, para esa época, una serie de carromatos atestados de enseres que se instalaban en las afueras del caserío.
Con cuanto entusiasmo y algarabía esperaba estos momentos junto a los otros niños pero siempre debía lidiar con la opinión controvertida de sus abuelas.
La abuela paterna, Nona, que desconfiaba de los llamados gitanos, opinaba que se trataba de un lugar impropio para gente decente, peligroso para una niña como ella a la que podían raptar y jamás ser encontrada, o aprovechar un descuido y cortar sus largas trenzas con el objeto de vender el pelo, entre otras cosas.
En cambio para la abuela materna, Aurelia, todo era alegría y diversión. Era ésta la que, a escondidas, la llevaba a ese parque previa compra de nuevas alpargatas negras para que no embarrase sus zapatos a los que guardaba dentro de un bolso hasta el regreso a casa
Ambas abuelas habían nacido en el interior de la provincia de Buenos Aires
Máxima Florencia Gutiérrez, la Nona, en Carlos Casares, el 7 de noviembre de 1890.Hija de Don Gregorio Gutiérrez, coronel del Ejército Argentino, así Rita la oía repetir frecuentemente con mucha arrogancia, que cuando su padre, enviudó, ella fue pupila a un Colegio de Monjas. A los 15 años sale del internado para casarse con Don Gregorio Tito Godoy, hacendado de la zona, solterón de 37 años, en un matrimonio consensuado entre familias como era costumbre de la época. Juntos tuvieron ocho hijos, cinco varones y tres mujeres uno de los cuales Jerónimo Juan seria con el tiempo su padre.
Cuando enviudó y hasta su muerte, ocurrida dos meses antes de cumplir los 100 años, vistió de negro luto, trenzó su cabello al que sujetaba en rodete, y la sonrisa se borró de sus labios. Rígida, carácter agrio, irascible, de mirada esquiva y penetrante, poco afectuosa, de andar sigiloso y desconfiada, no solía recibir visitas, entonces la casa se llenaba de silencio de voces para oírse solo el viento entre las hojas de los árboles o la lluvia sobre el techo de zinc.
Allí Rita fue llevada por su padre JJ como bastón de compañía apenas con seis años recién cumplidos Siempre recordó la potente voz, a modo de orden, con que le dijo:
—¡Tú aquí te quedas! — No se atrevió a preguntar el por qué y obedeció el mandato.
Así fue como perdió a sus amigos de la infancia, del barrio aquel donde cada día había una travesura a esconder. En cambio, su abuela materna, Aurelia Silva de Veloz, que había nacido en Pehuajó, allá por el año 1898. De sus antepasados, poco recordaba Rita; que perteneció a un pueblo originario de la provincia de Bs As Sus rasgos achinados y la piel cetrina la delataban. Con frecuencia se le escuchaba contar anécdotas de tolderías y malones. Fue madre soltera de Carolina su querida mamá. Con el tiempo conoce a Velox , un gallego con el que se casa para establecerse en la ciudad. De espíritu alegre, divertido, trabajadora, acostumbrada a los golpes en el camino de la vida, siempre optimista su palabra era sentencia. Había que evitarle el enojo, porque era costumbre decir que enseguida “se le paraba la pluma”.
Su casa, siempre estaba lista para recibir a parientes y amigos. La música, el canto de la muchachada, de tanto en tanto alguna Zarzuela, o música española la transformaba en una Romería, Toldería o Carpa Trashumante, según la gente que se hospedaba en la “Casa de Los Veloxes “como se los conocía en el barrio.
Parecía imposible que estas dos familias socialmente diferentes se ensamblaran pero al destino no le fue difícil que JJ y Carolina se unieran en matrimonio obligados ante la urgencia a cuatro meses después del su nacimiento.
Se transformó en otra Rita cuando comprendió el significado de la palabra: ¡”Bastarda”!
Su abuela Máxima, ante cualquier acto de rebeldía así la llamaba. Entonces ella se encerraba en el al cuarto de los trastos viejos a encontrarse con su amiga la del espejo y lloraban al unísono a moco tendido. Juró que cuando tomara coraje, no sabía cómo y cuándo, resolvería su situación de vida.
La oportunidad se presentó algún tiempo después cuando llegaron al lugar los mágicos trashumantes.
Se trataba del Parque de Diversiones “SICILIA” de Antonio Adamo, un italiano conocido por algunos paisanos a los que solía conchabar. Trabajo arduo eso de armar y ubicar las casetas de manera que en la entrada, en forma de arco se luciera el gigante y luminoso cartel que lo identificaba Poco a poco el predio desolado, se transformaba en un lugar mágico. Banderines, luces y guirnaldas de colores, la música que sonaba fuerte se dejaban ver y oír desde lejos.
Tiro al Blanco o la famosísima Ruleta de la Fortuna eran las que entusiasmaba a todos por tener, entre los otros premios, la comida en el puesto que eligieras. Ahí estaba, siempre en primera fila, Don Eugenio, el carpintero, su mujer Herminia y toda su prole, siete varones, esperando la niña que nunca llegó.
La rueda La vuelta al Mundo era la preferida. Desde lo alto, al detenerse por segundos, se podía ver, el caserío iluminado si era de noche o chimeneas humeantes durante el atardecer. Soñar, si cerrabas los ojos, que tus manos podían tocar las estrellas. Rita abrazada a “Negrita” su nueva amiga, compañera de banco en la escuela gritaba en ese momento:
—¡Queremos alas, queremos alas para poder volar! Y reían como locas hasta sentir el vacío en el estómago cuando la rueda comenzaba a bajar .Eran muy amigas y mucho se extrañaban cuando los piojos hacían de las suyas en los rulos motas de Negrita a la que su mamá los rociaba con kerosene diluido y envolviendo su cabeza con un pañuelo blanco la obligaba a no faltar a la escuela. Rita en consecuencia también los sufría. Era su abuela Aurelia que ante la maestra justificaba la ausencia a clase por líneas de fiebre inexistentes.
El Tren Fantasma provocaba con su andar dentro del túnel gritos y risas de todos al tropezar con figuras de esqueletos móviles u hombres sin cabeza.
Juancito, al que llamaban “El Lungo”,el pobre sufría de gigantismo, con apenas diez años, ya media 1,70, siempre subía provisto de una caña larga dividida en dos tramos el que se encargaba de apalear las figuras hasta desarmarlas y antes de la próxima vuelta los encargados furiosos debían reparar.
Recuerda Rita el día en que lo descubrieron alboroto que se armó. Todos pudieron buscar un escondite pero a Juancito no pudo lograrlo ya que fue su la altura que lo delató y sus padres tuvieron que pagar las reparaciones después de sacarlo de la Comisaria.
En cambio en el Gusano Giratorio y ondulante, eran los niños que con algarabía alzaban las voces. Ahí podías encontrar a las mellizas almidonadas, Felicitas y Elizabeth acompañadas por la niñera Adelaida, conocida como “La Agria”, hijas del Dr. Peter Wingouth, un inglés dueño de campos y haciendas que todos conocían como Pepe, “El curalotodo”
Ellos eran la otra parte; la clase Creme, que junto al Juez de paz, el Intendente, el Farmacéutico y el dueño de la Funeraria los que unidos en fraternal encuentro compartían con el Populacho. Sin olvidar al Cura de la Iglesia componedor de las más diversas situaciones y confesiones.
En rincones más apartados el Mago sacaban palomas de su galera, la Gitana, pedía te acercaras para leerte en las líneas de las manos cual sería tu suerte en el amor, el Lanzallamas que hacia maravillas con el fuego que salía de su boca y el Teatro de Títeres contando picaras historias y muchas veces aludiendo a personas del pueblo cuya identidad solo era descubierta por los entendidos, incluyendo al Curita, las que provocaba risas y sonrisas, entre dimes y diretes.
En La Fonda un cartel indicaba: “Prohibida la entrada a menores” donde la comida y la bebida, en abundancia, ocasionaban excesos que solían terminar en escaramuzas entre los parroquianos trasnochadores muy llegada la madrugada.
A medida que el tiempo pasaba, el olor a alcohol, pasto chamuscado, barro y otros innombrables hacían del lugar una mezcla insoportable.
Cuando vio que los carromatos ya tenían preparada su partida se dijo: La fiesta ha terminado.
Volvió a retroceder en el tiempo y a sus oídos llegó aquella famosa palabra que no quería pronunciar y pensó que esta era la última oportunidad de cambiar su destino.
Esa noche se acostó más temprano que de costumbre con la excusa de no sentirse bien. Espero que su abuela Máxima se durmiera y abandonó la casa con el pequeño bolso que había preparado y escondido bajo la cama. En el pecho el corazón latía acelerado parecía querer escapar por la boca y antes que el parque cerrara, se escondió en un viejo carromato de carga sin que nadie la viera.
Cuándo los habitantes de ese “mundo mágico” la encontraron habían pasado varios días y la pobre Rita estaba hecha una piltrafa.
Ni siquiera este horrible hecho logró unir a las familias, por el contrario se hicieron irreconciliables hasta el fin de sus días, culpándose en forma mutua de su desaparición
Cada una la buscó de diferentes maneras pero nunca la encontraron.
. Pero lo cierto es que Rita abandonó la vida nómade cuando el Parque de Diversiones arribó a Pehuajó y sin que nadie le dijera: — ¡Tú, aquí te quedas! — Allí se quedó.
Cerca de Tres Lomas o Lomas blancas, lugar de sus ancestros, de su esencia y se volvió a sentir feliz con el recuerdo de su niñez junto a su abuela Aurelia.
Quizás con el tiempo, con esa mitad de la sangre heredada podría formar una familia y habitar una casa que se pareciera a una Romería, Carpa trashumante o Toldería según la gente que se hospedara en lo de Godoy Silva.
Rita cerró la ventana, terminó de trenzar su cabello frente al espejo, el mismo que mudó desde el cuarto de los trastos viejos a la sala principal le devolvió la imagen de aquella amiga de sus desventuras. Silencio.
Y fue la otra Rita que gritó: ¡Cobarde!
Curriculun de Blanca Dora Godoy
Nací en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires.
Soy maestra recibida en el Colegio Normal Nacional y Farmacéutica.
Actualmente resido en la Provincia de Río Negro.
Me considero una mujer Patagónica enamorada de las letras.
ANTOLOGIAS:
2016/ EPSILON (Cinco mujeres en Poesía y Cuentos) Viedma /Rio Negro/ República Argentina.
2018 /AHORA LE TOCA A LOS NIÑOS Primer premio en Narrativa por el cuento:
LA OLLITA PARA LA SOPA, EL JARDIN Y LAS FLORES
Fundación Mestizoamérica
Huancayo /PERU.
2018/PRIMER PISO Un libro taller
Ediciones la Legislatura de Rio Negro de la República Argentina.
2019/ ROSTROS EN EL TIEMPO
Poesía Blanca Dora Godoy
Vela al viento Ediciones Patagónicas
Viedma Rio Negro República Argentina.